¿Y SI TÚ...?
¿Cómo reaccionarias si un día cualquiera te despertadas y te comunicaran, dando un giro repentino a la vida que llevas, que tu fin está cadabez más próximo? ¿Y si por el contrario tú mismo te das cuenta de que tu mortalidad no es eterna, y que algún día estarás en otro lugar en el que no tengas junto a ti años tuyos? ¿Quiénes llorarían tu pena contigo?
Dejando a un lado cualquier disertación sobre la fe o cualquier otro tipo de nada verificables, me gustaría hablar sobre el cambio en el interiores cada uno y de todo lo que ello supone.
En 'La muerte de Ivan Illich', el protagonista sufre, junto con la pena por su propia muerte, la dejadez de aquellos que creía cercanos. En mi opinión, es algo que a todos nos pasa. No tratándose necesariamente de la muerte, pero la destrucción de uno mismo sea por el motivo que sea, pueden generarnos también esa insatisfacción ante la vida. Es entonces cuando salen a relucir los sentimientos. Los miedos de los que, aunque sea interiormente, ninguno nos libramos.
Este hecho también está presente en el documental 'Las alas de la vida'. En este caso, la historia de un enfermo terminal nos hace reflexionar a cerca de la vida, y aunque sea difícil de admitir, la suerte que tenemos y de la que sólo nos daño cuenta en muchas ocasiones ante la pena ajena. La actitud del protagonista varia en este caso, porque aunque también se resigna ante el hecho de que puede su no tarde mucho en llegar al final de su vida, deduce apoyarse en su familia y seguir cuidando de ellos aprovechan cada momento a su lado.
Este podría hacernos pensar que quizás Illich, que no vivió centrado en lo importante sino en subir posiciones en trabajo, se gano a pulso esa dejadez. Caso totalmente contrario al del protagonista del documental.
Pero lo cierto es que llevemos la vida que llevemos, todos somos iguales ante la muerte, aunque no compartamos nuestro miedo o no tengamos realmente en quien apoyarnos.
Con la carta de Gabriel Gracia Márquez, el autor se ve cerca de su fin, pero intenta mantener una vida normal, dando prioridad a lo realmente importante que es su familia, poniéndola por encima de su propio dolor ante la muerte.
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