miércoles, 10 de febrero de 2016

Reflexión sobre la muerte

La Muerte siempre ha sido un fenómeno que ha intrigado y entristecido al ser humano prácticamente desde siempre. El hecho de pensar que después de todo lo que hemos vivido, independientemente de cómo lo hayamos hecho acabaremos en una incógnita. Unos creen que habrá otra vida en un mundo sin pecado, donde todos somos felices y nos reunimos con nuestro(s) supuesto(s) creador(es), yo personalmente creo que eso es una mentira, pero no una mentira como la que envuelve la política en la actualidad, no, una mentira piadosa, la religión nos da lo que todo ser humano necesita ante la incertidumbre, esperanza, en este caso irracional (fe). El ser humano a lo largo de la historia ha sentido la necesidad de responder a todos las preguntas del sentido de la vida, con la suposición de que como somos un ser racional tenemos que entender y comprender todo los que nos rodea necesariamente, desde el principio hasta al fin, y de esa necesidad nace la religión. Pero como decía antes, yo personalmente no creo en nada de esto, considero la Muerte como una gran sorpresa que nos llegará a todos y que la única manera de perdurar en el tiempo es dejando huella, para mí muchas veces me he planteado que el máximo fin del ser humano tiene que ser formar parte de la historia, no de la historia en general, ya que de ella formamos parte todos, me refiero a la historia que se estudia, llegar a x tema y que salga en negrita tu nombre, pero, obviamente que salga tu nombre en negrita en la historia no tiene por qué ser bueno, ya que Adolf Hitler tiene su nombre en la mayoría de libros y precisamente bueno no era; me gustaría estar como una persona que haya luchado por los que menos derechos y libertades tienen, gente como Marx, Pablo Iglesias (el del Psoe), Fourier. Pero dejando eso de lado y como es realmente difícil de conseguir al menos me gustaría dejar huella en las personas que me rodean, haberles marcado, dejar mi nombre en negrita en su historia. Me gustaría ser todo lo contraría a Ivan Ilich, el nunca tendrá todo lo que yo considero como un buen fin, ya que decidió que lo material era más importante que lo moral y por ello murió solo, ya que creyó que aquello que no tenía vida le podía otorgar más felicidad y compañía que las propias personas, y siendo así no te queda más que aferrarte inútilmente a la vida, porque sabes que todo acaba ahí, que nadie te recordará.
Ahora empezando con la otra reflexión basada en esa vivaz carta, que a la vez era una mentira, ¿me suena de algo? Diré que si me otorgarán un poco más de vida sabiendo ya la fecha de mi Muerte, viviría semejante a algunas citas de la propia carta, “Daría valor a las cosas por lo que valen y no por lo que significan”, “Viviría enamorado del amor”… Viviría cada minuto de mi vida como si fuera el último, apartaría de mí a todo aquel que no sea feliz, ni quiera serlo, ya que una persona que no siente la felicidad es incapaz de transmitirla, pensaría en la muerte como una amiga que viene a darme un abrazo lentamente, dejaría de estudiar todo aquello irrelevante, pero no dejaría de estudiar a secas, ya que como decía Sócrates, el conocimiento nos hace buenos”, pese a que muchos creen que los ignorantes son los más felices, pero no es así, la ignorancia nos hace malos o lo que es peor, nos hace manipulables. Querría enamorarme, sentir la sensación de que por muy lejos que estés de la persona a la que amas sigues estando en sus pensamientos, el amor es otro de esos fenómenos que no podemos explicar, algo que podemos percibir  que transciende el tiempo y el espacio (“Interstellar”); Intentaría también ser la más justo posible, que mi propia existencia sirva para suavizar todas las injusticias de este mundo. Pero en conclusión y de nuevo usando un cita de una película, “Reconocería la vida en cada sorbo de aire”


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