El octavo de los doce trabajos de Heracles consistía en robar las yeguas de Diómedes de Tracia.
Diómedes, Rey de Tracia, tenía unas yeguas que comían carne humana. Este las tenía atadas a cadenas y las alimentaba con las carnes de sus huéspedes. Este octavo trabajo consistió en robar estas yeguas y llevárselas a Euristeo.
Para esto, Heracles partió con un grupo de voluntarios, con los cuales consiguió arrebatarle las yeguas a Diómedes. Este, se enfureció y trató de luchar contra Heracles, que le dio su carne a las yeguas que lo devoraron por completo. Entonces el ejército de Diómedes huyó. Después de comerse al rey, las yeguas se volvieron tan mansas, que fueron llevadas a Micenas donde se las regalaron a Hera. Se cree que las yeguas murieron en el monte Olimpo devoradas por las fieras y alimañas.
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